Emergen desde cualquier lugar: a la orilla del camino, entre piedras, abrojos, hierbas. No los ves, si tus ojos van distraidos… Pero cuando fijas tu mirada, cuando algo de dentro resuena con lo de fuera… ¡eureka! He aqui la conexión… y el despertar.

Emergen desde cualquier lugar: a la orilla del camino, entre piedras, abrojos, hierbas. No los ves, si tus ojos van distraidos… Pero cuando fijas tu mirada, cuando algo de dentro resuena con lo de fuera… ¡eureka! He aqui la conexión… y el despertar.
Primero fue el almendro, el vigilante, que anunciaba la primavera, cuando recién salía del frío. Después el albaricoquero. Y ahora, es el melocotonero el que nos comunica la plenitud de la estación de las flores. Mi pequeño jardín me habla a través de este bello lenguaje.
Como creadores que somos, podemos decidir en qué mundo vivir, qué sensaciones disfrutar y compartir. Escojamos pues la plenitud, la paz, el amor, la abundancia…